viernes, 23 de septiembre de 2011

ESTUDIO COMPARATIVO DE UNA VERSIÓN ESCRITA Y UNA ORAL DE UNA LEYENDA POPULAR DEL NORDESTE ARGENTINO


DESARROLLO

Versión Escrita de Miguel Raúl López Breard: El Mito del Lobizón

El lobizón es siempre el séptimo hijo varón consecutivo de una pareja, así como la séptima hija mujer seguida será bruja. Su representación más frecuente es bajo la forma de un perro negro y corpulento, de orejas desmesuradas que le cubren la cara y con las que produce un fuerte chasquido. Sus patas se parecen a pezuñas y sus ojos son fulgurantes. Su color suele ser bayo o negro, según la piel del individuo. También es común representarlo como un animal en el que se combinan las naturalezas del perro y el cerdo. Con menor frecuencia se lo describe como un aguará-guazú[1], una oveja, un cerdo o una mula.
La transformación no ocurre en cualquier momento, sino a las doce de la noche del día viernes de luna nueva, y a veces también del martes. Un tiempo antes, el hombre que padece este estado experimenta una sensación extraña, y luego una acuciante necesidad que lo lleva a apartarse de sus semejantes y ganar la intimidad del monte, donde a la hora señalada se quitará la ropa y dará en el suelo tres vueltas sobre sí mismo, de derecha a izquierda, mientras reza un credo al revés. Se opera así la metamorfosis, y sale entonces de correría hasta que el canto del gallo lo devuelva a su humana condición. Durante esa noche, los perros aúllan enloquecidos, advirtiendo su presencia. Va a los chiqueros, gallineros y corrales en busca de excrementos, su más preciada comida. También suele vérselo en los cementerios,revolviendo tumbas en busca de carroña. De tanto en tanto, para balancear su inmunda dieta, comerá un niño no bautizado. Parece despreciar la carne de los adultos. Si alguien lo hiere con un cuchillo, el lobizón recobrará su forma humana, pero el comedido redentor se expone así a ser muerto por el monstruo. Lo mejor es matarlo con una bala bendita. El impacto lo volverá a su forma humana y será un hombre muerto lo que encontrará el tirador. Si sólo lo hiere huirá por el monte tratando de alcanzar su casa.
El lobizón generalmente no ataca al hombre, más bien huye de la presencia de él, pero si encuentra a una persona desprevenida, tratará de pasar entre sus piernas librándose así del sortilegio, trasmitiéndola en su totalidad al boquiabierto. Por supuesto si se siente agredido, atacará a quien lo haga para matarlo y luego devorarlo.
El hombre que se convierte en lobizón suele ser alto, flaco, escuálido. Se lo reconoce por el tono amarillento de su rostro y su mal olor, que a veces llega a la pestilencia. Es descuidado en el vestir y su carácter es huraño, irascible e intratable. Todos los sábados cae en cama enfermo del estómago, por los desperdicios que comió la noche anterior.
Para romper la maldición, es necesario bautizar al niño en siete iglesias diferentes, con el nombre Benito y el hermano mayor debe ser su padrino. En 1907, muchos parientes mataron o abandonaron sus séptimos hijos por miedo del cumplimiento de la leyenda. En 1973 el presidente Perón declaró el decreto 848, mediante el cual el séptimo hijo era becado para todos sus estudios, incluido colegio o universidad y el presidente sería su padrino.

Recopilaciones orales de experiencias con el lobizón
Entrevistados:
1.       Viviana. Charadai, Chaco. 21 años. Estudiante de Licenciatura en Sistemas. Nivel sociocultural medio alto.
2.       Lorena. Barrio “Santa Margarita”, ciudad de Corrientes, Corrientes. 11 años. Nivel socioeconómico y cultural bajo.
3.       Rolando. Ciudad de Corrientes, Corrientes. 35 años. Nivel sociocultural medio.
VERSIONES ORALES DE LOS ENTREVISTADOS
Viviana
(21 años)
Lorena
(11 años)
Rolando
(35 años)
Mirá, allá se cuentan y se conocen miles y miles de historias, la del pombero, la del lobizón, la de la luz mala y muchas otras más. Pero yo tuve una experiencia y con esa me bastó. Fue un día que mi mamá y mi papá tenían una cena y yo no quería ir, entonces me quedé sola en casa. Pero como me quedé sola y ellos iban a volver muy tarde, llamé a mis amigas para hacer nuestra propia cena en casa. Las llamé y vinieron. Compramos unas empanadas. Eran las tres de la mañana cuando en todo el pueblo se cortó la luz. Me acuerdo que empezamos a gritar como esas locas. Es que somos muy… Prendí una linterna que tenía más o menos a mano y fui a buscar una vela para poner en el living, donde estábamos todas. Entonces ahí recién empezamos a contar chistes y a chusmear otra vez. Hasta que de repente se produjo un silencio total, no se escuchaba nada, nada de nada. Ni el cri – cri de los grillos se escuchaba. Quise poner música de mi cel, se quedó sin baterías. De golpe, una cantidad de perros empezaron a aullar, no ladraban, aullaban. Nunca tuve tanto miedo como esa noche. Eran las 4:30 de la mañana cuando volvió la luz y los perros seguían aullando. Yo, chismosa como siempre, quise ir a ver qué pasaba y miré por la ventana… Había algo raro, un animal, parecía un perro, pero un perro enorme, estaba en la esquina frente a mi casa y un montón de perros aullando a sus costados. Grité y mis amigas vinieron a ver qué pasaba. Y todas nos quedamos mirando por la ventana, así… Fue algo… impresionante. Llamamos a la policía, nos aseguramos de que toda la casa estuviera bien cerrada. ¿Y qué pasó? Se vuelve a cortar la luz. Te juro que me largué a llorar de tanto miedo que tenía y los perros no paraban de aullar. Vimos la luz de la camioneta de la policía que pasaba por la esquina y otra vez… silencio. Los perros se callaron y al rato nomás volvió la luz. Abrimos las puertas con mis amigas y no había nada, ni siquiera los perros, fue algo asombroso. Mis amigas decían que era el lobizón, pero a mí en ese momento no me importaba, yo sólo quería que quien fuese no volviera más.
A mi papá siempre lo persigue el lobizón, porque él es el séptimo hijo varón que tuvo la mamá. Cuando él se iba para un lugar donde estaba el baño de mi casa, se le aparecía. Era grande y peludo y un olor feo tenía, parecía un perro, pero cuando se apara también una persona grande y todos los otros perros no se le acercan.
Una vuelta me contó mi papá que estaba dormiendo y estaba abierta la ventana y la luz de la luna entraba por la ventana y le alumbraba la cara de él y él sentía, así me contó mi papá, que él sentía que el lobizón le agarraba los pies y lo quería sacar por la ventana y mi papá quería agarrar la cama de mi hermano para moverle y entonces se movió mi hermano y desapareció el lobizón.
Mi papá, cuando hay luna llena, nomás él, no puede dormir, se pone nervioso y transpira mucho y no puede dormir más y tiene que salir afuera para no transpirar más, por eso mi papá, cuando hay luna llena, duerme a la siesta para no dormir a la noche. 
Hola, hace ya bastante tiempo, más o menos unos siete años, cuando era un adolescente, me gustaba ir a hacer dedo, todos los fines de semana libres que tenía.
Fue entonces que una noche me encontraba haciendo dedo en una garita policial, era una ruta, no me acuerdo bien qué ruta, pero era una que daba a la entrada de Las Palmas, provincia del Chaco; como no pasaba ningún auto, decidí llegar a la ruta nacional, mientras tomaba algo de ginebra para que me pasara el frío. El policía que estaba en la garita me advirtió que no fuera más lejos, porque solían decir que en la soledad de la noche aparecían cosas raras. Yo me sonreí y no le hice caso, porque no creía en nada y fue entonces que decidí salir a la ruta. Estaba solo en la oscuridad cuando de repente sentí que algo respiró detrás de mí y que se acercaba más y más, parecía el suspiro de un animal. En eso me doy vuelta para ver qué era y era un hombre lobo o algo así. Era algo más alto que yo, peludo, negro de ojos rojos y su cara era como la de un perro y se paraba en dos patas, como las de un perro, pero mucho más grandes. Fue entonces que apareció un auto y me alumbró; yo corrí a la ruta y sentí cómo que algo había chocado al auto, pero no había nadie. Tanto el conductor como yo nos quedamos pensando qué era. El auto estaba abollado y el conductor nunca logró ver qué había sido; pero yo sí. Sé muy bien que era el lobizón, el que me estaba siguiendo, vaya uno a saber para qué, pero que tuve miedo, lo tuve; y esa noche volví a la misma garita, y le conté lo que lo ocurrido al policía, quien sonriente, me dijo que me había advertido, pero que yo no le creí y que de noche, por esa zona no se hace dedo ni se camina al costado de la ruta.
Desde entonces, traté en lo posible de no salir más de noche a la ruta, porque estoy seguro de lo que vi  y ahora creo en todo lo que me cuentan.


ESTUDIO COMPARATIVO DE LAS VERSIONES
VERSIÓN ESCRITA
VERSIÓN ORAL
*Creencia popular con un tono de veracidad.
*Relato objetivo de la creencia popular.

*Todos los aspectos que se contemplan en la versión escrita como contextuales, son originados en la realidad o en elementos de la realidad o supuestamente reales que provienen a su vez, de relatos de gente que ha tenido encuentros con el ser.
*Presencia del elemento sobrenatural o fantástico, con la metamorfosis del hombre.
*Tradición escrita que surge de la oralidad de un hecho fantástico.
*Los protagonistas son seres humanos que sufren una metamorfosis.
*En la transformación, pierde completamente la forma humana.
*La transformación se realiza bajo ciertas circunstancias, por ejemplo cuando hay luna llena.
*La transformación sucede en el séptimo hijo varón.



*La forma animal se describe como la de un hombre – lobo, una bestia o un perro de gran tamaño.

*La creencia popular es firme en todas las clases socioculturales.

*Hay personajes que sufren las fechorías de estos seres metamorfoseados.

*Se sabe tácitamente quién es el hombre que posee esta maldición.
*No aparecen en las ciudades abarrotadas de gente, si no en lugares poco poblados.



*En la versión escrita no se observan rasgos de contexto o marcos referenciales, como ser: nivel sociocultural y económico, grado de escolaridad, etc. Se toma la leyenda como verosímil y probable, a tal punto que hay una normativa implícita para evitar que esta maldición ocurra.
*Creencia popular de creencia firme.
*Relatos subjetivos de experiencias vividas personalmente por los individuos.
*Todos los aspectos contextuales son vistos y tomados de una experiencia personal que se asume como real, en cuanto al encuentro con el ser.


*Supuesta presencia del elemento fantástico o sobrenatural en el perro enorme que se para en dos patas.
*Tradición oral verosímil del hecho fantástico.

*No se observa la metamorfosis del ser humano, pero se cree en ella como real.
*No se observa la forma humana, pero se sobreentiende que la forma animal proviene de la transformación.
*En uno de los relatos, se cuenta que el lobizón aparece en día de luna llena.
*La transformación sucede en el séptimo hijo varón, aunque la relatora (Lorena de 11 años) no hace aparecer a su papá como quien se transforma, si no que es “perseguido” por él. Aquí no se asume la probabilidad de que la transformación se produzca en esta persona.
*La forma animal se describe como la de un hombre – lobo, una bestia o un perro de gran tamaño.
*En los relatos, no se observa diferencia según el nivel sociocultural. Los tres creen, aunque al principio no lo hicieran, luego de la vivencia lo hacen.
*En los tres casos expuestos, los relatores de sus experiencias sufren la amenaza de este animaloide maligno que les produce mucho miedo.
*En uno de los relatos se sobreentiende, aunque solapadamente, quién es el lobizón.
*En los tres casos, la aparición ocurre en sitios alejados o inhóspitos, poco poblados (Charadai es un pueblo de aproximadamente dos mil habitantes, en el impenetrable chaqueño; y el barrio Santa Margarita de la capital correntina también se encuentra en la periferia).
*En las versiones orales, tal como se puede ver en las transcripciones textuales, se observa el nivel sociocultural de los entrevistados, sin embargo no hay diferencias en cuanto a la creencia de la leyenda.


BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CONSULTADAS

1. Méndez, Aníbal Expedito. El Mito del Lobizón en http://www.e-portalsur.com.ar/cultura/ellobizon.htm Martes, 23 de junio de 2009.

2.  López Breard, Miguel Raúl.
Mitos Guaraníes en http://www.interlap.com.ar/libreria/index.php?buscar=1&categoria=9 Miércoles, 24 de junio de 2009.

  1. Bettelheim, Bruno. Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Crítica, Madrid, 1978.

4.      Honko, Lauri. Textos vacíos, significados completos. Sobre la significación transformal  en el folklore en Narrativa folklórica 1. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1994.

5.      Sotelo de Fernández, Carmen. Recopilación de leyendas, cuentos, fábulas. Escuela Nº 14 “Del Sesquicentenario”. Material seleccionado por alumnos de los séptimos años, cuarta, quinta y sexta divisiones. Corrientes, 1998.

6.      Zecchetto, Victorino. La valija de las narraciones en La danza de los signos. Nociones de semiótica general, La Crujía Ediciones, Bs. As. 2006. Cap. 11.


[1] Lobo o zorro de crin.